Infidelidad

Infidelidad


Son cada vez las parejas que acuden a las consultas de psicología para realizar una terapia de pareja por encontrarse en un momento muy complicado de su relación, tras el hecho de que se haya producido la infidelidad, por la eficacia que demuestra para la superación y afrontamiento de la misma por parte de la pareja. 

Por norma general, la persona afectada necesita explicaciones ante lo sucedido, pero no siempre se pueden dar o estas son insuficientes. Es lógico que la persona tenga muchas dificultades para superar el dolor, pues deberá aceptar que no va a existir, en la gran mayoría de los casos, una causa específica, concreta o "justificable"que explique  lo sucedido o también porque piensa en la opción de que su pareja, antes de cometer estos actos, podría haber planteado su posible insatisfacción o malestar en la relación, que podría haber evitado la comisión de la infidelidad.

Para la superación de una infidelidad existen dos objetivos primordiales: la aceptación de lo sucedido, y la recuperación de la confianza. Aceptar lo sucedido, ser capaz de tolerar la incertidumbre de que pudiera volver a ocurrir, así como manejar los pensamientos negativos que invaden a la persona que ha sufrido la infidelidad, será solo el inicio de la reconstrucción de sí mismo/a. A su vez, la persona que ha sido infiel, deberá ser capaz de pedir y obtener el perdón y modificar conductas y pensamientos que demuestren  a su pareja que realmente no volverá a suceder porque carezca de ningún sentido.

La infidelidad y sus consecuencias traumáticas.

El descubrimiento de una infidelidad puede ser una experiencia traumática porque se trata de una experiencia de engaño que es percibida como un golpe letal a la relación afectiva que deja una herida psíquica profunda, y afecta al modo en que la persona se relacionará a partir de ese momento con los otros significativos en cuanto a su grado de confianza y desconfianza.

Las personas que han sufrido la situación de infidelidad tienen un temor intenso a que la infidelidad se repita y se sienten indefensas o incapaces de evitarlo. Por ello, necesitan ser tranquilizadas de forma continua –muchas veces por su pareja- para sentir la sensación de que no va a ocurrir de nuevo. Al mismo tiempo, la persona que ha sufrido infidelidad, percibida como una experiencia traumática, desarrolla un estado de hipervigilancia, está siempre alerta para detectar la repetición del suceso traumático, lo que genera cansancio, falta de concentración, insomnio y pesadillas que interrumpen el sueño. La persona no consigue relajarse en momento alguno y está siempre en tensión e incluso puede llegar a sufrir ataques de pánico.

Las personas que han sufrido infidelidad afrontan la experiencia traumática desconectando de los sentimientos desagradables y, con frecuencia, mediante el consumo de alcohol. La consecuencia es un sentimiento de estar muerto, una falta de energía, de interés y motivación por la vida, vergüenza de la persona en la que uno se está convirtiendo y aislamiento social.

Causas de la infidelidad (según la investigación).

La infidelidad parte del temor a la perdida de la pareja, lo cual representa un regreso a la carencia, pues el riesgo de perderla siempre está asociado con la necesidad de buscar un satisfactor que no es obtenido dentro de la relación de pareja en la que se encuentra (Lewandowsky & Ackerman, 2006; Valdez Medina & Aguilar, 2012).

Ambos sexos mencionan que las necesidades o carencias se les han presentado en las áreas emocional y sentimental, reportando en mayor medida falta de amor y atención, aspectos fundamentales de la relación de pareja, ya que de acuerdo con Corbella (1996), la pareja se basa en la unión afectiva con la persona elegida, misma que brinda equilibrio mediante la comunicación, un proyecto de vida en común y la convivencia, así que al no darse de manera favorable esta unión, se recurre a la búsqueda de una persona que pueda cubrir esta necesidad de cercanía afectiva o emocional. Al respecto, Lewandowsky & Ackerman, (2006) y Valdez Medina (2009), lo atribuyen a la búsqueda por llenar un vacío cuando la relación primaria es incapaz de satisfacer ciertas necesidades, haciéndolo a través de una relación de pareja fuera de la establecida.

Las diferencias por sexo indican que las mujeres recurrieron a la infidelidad porque les faltaba cariño, se sentían solas e incomprendidas, lo cual de acuerdo con Lemaire (1986), ratifica que las mujeres van más a la infidelidad por el abandono y el rechazo al que son sometidas por sus parejas. Con base en esto, es entendible lo encontrado por Tordjman (1989) al indicar que muchas de ellas llegan a la infidelidad como una forma de castigar a sus parejas mediante la aplicación de la venganza. Al respecto, Valdez Medina & Aguilar (2012), comentan que frecuentemente se llega a la infidelidad buscando una revaloración de su rol en la relación, demostrando a la pareja que en su medio existe alguien más que los puede amar y brindarles aquello de lo que carece.

Por otra parte, se encontró que los hombres tanto casados como solteros llegan a la infidelidad porque en su relación se sentían aburridos, confundidos y les faltaba algo nuevo. Esto podría explicarse a partir de que se ha encontrado que la causa más frecuente de infidelidad en los varones, es el sentimiento simple, natural y normal de fastidio sexual, emocional o ambos, ya que por naturaleza los machos de diversas especies, incluida la humana, presentan una tendencia a buscar variedad sexual, sobre todo después de una relación de largo tiempo(Block, 1979; Fisher, 2007). Además de la propensión biológica hacia la variedad, frecuentemente se llega a la infidelidad no sólo por aparearse con fines reproductivos y de conservación de la especie, sino por tratar de satisfacer una necesidad netamente instintiva y por conseguir el placer que este acto provoca (Buss, 2005; ValdezMedina 2009). Por ello, la educación psicosociocultural que propone que la pareja sea exclusiva, pone en conflicto a sus miembros, ya que a pesar de estar en una relación satisfactoria, tanto hombres como mujeres que se emparejan, pueden sentir la necesidad de experimentar vivencias novedosas y cambios que conllevan el riesgo de que cualquiera de ellos recurra a ser infiel.

Por otro lado, en el caso de los participantes que regresaron o siguieron con la pareja a la cual le fueron infieles, ambos sexos coincidieron en decir que volvieron con ella porque en esa relación se sentían queridos, estables y bien. Al respecto, las diferencias por sexo indican que las mujeres se sentían protegidas, mientras que los hombres se sentían amados, que en ambos casos implica una aceptación, que es la base para que la relación perdure. En este sentido, Valdez Medina et al. (2012), comentan que para que el amor en pareja se dé adecuadamente, requiere que se acompañe de aceptación abierta con gusto y sin queja de cada uno de los miembros, que haya confianza entre ellos, y que se brinden apoyo, seguridad y protección, que es la base de las razones encontradas en cuanto a la recuperación de las parejas. 

Este último hallazgo resulta interesante, puesto que la base de la infidelidad es la búsqueda de satisfactores que no se tienen con la pareja establecida. Sin embargo, al mismo tiempo estos resultados muestran que con la pareja con la que se fue infiel no encontraron lo que esperaban obtener, viéndose motivados a regresar con la anterior pareja, dejando ver con ello, que perder la relación inicial puede llegar a ser más costoso que mantenerla. Con base en lo anterior, es importante profundizar en las razones que impulsan a hombres y mujeres a llegar a la infidelidad, detectando si ésta tiene una base biológica o más de carácter psicosociocultural, con la finalidad de poder entender de mejor forma el origen de esta conducta que cada vez con mayor regularidad y apertura se presenta en ambos sexos. En este sentido, para futuras investigaciones se contempla la posibilidad de poder estudiar algunas otras posibles causas que lleven tanto a hombres como mujeres a la infidelidad, tales como la búsqueda de imagen personal, de jerarquía, de competitividad, por un hambre específica, por sentirse amado, deseado, o por un simple impulso de origen netamente instintivo o biológico. 
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